domingo, 15 de junio de 2014

¿El derecho a echarte de menos cuándo se termina?

Me basta tu risa para aferrarme a un recuerdo, el bastón de tristeza con el que trato a los gusanos cuando vienen a comerse los pedazos y habitarme las sombras, el horario de visitas de este absurdo trabajo de olvidar tus manos frías cada vez que me emborracho. Cada día. La gente dice que deje de hacerme daño. Olvidarte. Eso sí que me dolería.

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