martes, 13 de agosto de 2013

Nervios, terror, miedo, pánico. Miras al frente y te ves perdida, sola ante la vida sin nadie a quien agarrarte. Miras el móvil una y otra vez, sin saber si todo lo que está sucediendo es cierto o es solo producto de nuestra imaginación. Entonces te das cuenta de que es verdad todo, que está pasando, que no es mentira y que a partir de entonces, cada palabra valdrá el triple.
No puedes evitar que te caiga una lágrima, te intentas aguantar, pero cada palabra desgarra tu interior, mides palabra por palabra, intentando no llorar, pero ves que es imposible, que tu mundo se hunde y tu te vas a pique con él.
Respiras una y otra vez, y piensas si todo esto vale la pena, es entonces, cuando miras las fotos de ella y empiezan a aparecer los recuerdos y te das cuenta de que sí, que sin ella no puedes estar, que es la persona que te da la ilusión cada mañana, cada tarde y cada una de las noches.
Intentas pensar en un futuro, pero sabes que no hay futuro si no es con ella.
Lloras toda la tarde, y tal vez toda la noche, cada palabra hace mucho daño, aunque sea buena, da igual, todo te duele en ese momento.
Intentais arreglarlo, es entonces cuando todo cambia aunque sea un poco, dejas de llorar, ves la vida mas en blanco y negro, y sabes que no quieres perderla.
Al día siguiente la ves, te entran unas ganas de llorar terribles, la besas, la abrazas, sientes que es ella, que volvió, que ya está ahí, que te quiere, que os quereis, y piensas: Por favor, quédate conmigo y no me sueltes nunca. La amas, lo sabes.