Ya van 3 veces que inconscientemente
te he estado a punto de llamar
mientras fumaba el piti de cerrar el “este o este”.
O alguna más.
Lo hago sin querer, pero me duele
como si fuese queriendo.
Y me da tal bajón que tardo en reaccionar
durante un buen rato.
Me quedo mirando minifaldas
y contenedores
hasta que se me pasa un poco.
Y así con casi todo
y casi todos los días.
Tranquila, no voy a hablar de las noches.
Entiendo que me estoy descubriendo
y que está bien, no pasa nada.
Pero echo muchísimo de menos tu risa,
tus pies descalzos,
y tus mamadas.
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