Demasiados kilómetros atrás, donde ni tú ni yo estaremos,
de nuevo,
jamás,
viene persiguiéndome cada paso que di después de ti, como fantasmas armados de espejos. Retrovisores.
Y tus ojos.
A suplicar que mi culpa no te olvide. Que un hombre tiene que, ya sabes, pagar. Por responsabilidad o por castigo. A quién le importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario